LA CRUZ Y CRISTO

Publicado: 5 julio, 2010 en Uncategorized

El cristianismo pretende ser fenómeno religioso originario, superación del paganismo. Sin embargo, en el Cristo que muere y resucita en la cruz, subsisten los colores y resonancias de símbolos ancestrales.

Las raíces de la cruz, en los dos sólidos maderos que sostienen la anatomía lacerada del Cristo tradicional. Entendamos la cruz como símbolo. La cruz se enlaza con el árbol. En la Edad Media suele representársela como árbol con nudos y ramas. Esa cruz-árbol se ubica simbólicamente en un centro místico del mundo. Desde allí la cruz puede actuar como puente o escalera que une cielo y tierra. El madero vertical de la cruz es el que permite ascender. El eje vertical es la línea que trepa hacia el cielo. La madera transversal, en cambio, simboliza la tierra y sus avatares, sus quemantes hogueras de dolor y conflicto. De ahí que la línea ascendente, vertical, y la madera horizontal de la cruz, sumadas, representen una unión de opuestos: el esplendor gozoso del cielo por un lado, y las turbulencias del sufrimiento terrenal, por el otro.

Una antigua manifestación de este tipo de cruz es la cruz egipcia o ansada. En el idioma sagrado de los jeroglíficos la cruz del Antiguo Egipto expresa la vida y el vivir. Su brazo superior traza una curva cerrada, casi circular. La presencia del círculo. El círculo: símbolo de totalidad, de energía vital inacabable, creadora. Un círculo de lo divino celestial que desciende sobre la línea horizontal de la cruz egipcia para animar la existencia terrenal, para conceder movimiento a los seres.  Así, la cruz ansada también simboliza la unión de cielo y tierra.

Pero en la cruz latina el extremo del eje vertical no se abre en un círculo, sino que se extiende, imaginariamente, hacia una altura infinita. A través de esta línea vertical el alma, luego de la muerte, puede abandonar la estrechez de la tierra y luego renacer en una vida celestial. Cristo muere a esta vida terrestre y asciende después para resurgir, resucitar. Este es el momento en que el sentido de la cruz puede ser mejor comprendido a través de su relación, ya antes adelantada, con el árbol.

Esta dulce madera de la cruz entendida como árbol es la que promete, en el decir de San Pablo, en Corintos 15: 22  que “del mismo modo que en Adán mueren todos, así también todos revivirán en Cristo”. En el paraíso, Adán convierte al árbol del bien y el mal en árbol de la perdición.

En todos los casos, y ejemplos que podrían ser contemplados, el árbol se yergue en un centro de vitalidad creadora, de una fuerza originaria. La cruz asimilada a esa centralidad generadora podrá convertirse en lugar de renovación. En poder superador de la muerte.

Respecto a esta dimensión de la cruz y el árbol como potencias que trascienden lo muerto, podemos recordar el grabado de madera de Rennes, Francia, en 1830, de un artista anónimo. En aquella obra, a los pies del Cristo sufriente se ubica una calavera rodeada por una serpiente. En lo alto, a la izquierda, el sol y, a  la derecha, la luna. Cristo primero muere simbólicamente, su viejo cuerpo regresa a la dureza sin vida de los huesos y, luego, resurge como lo hacen el disco solar y la plateada señora de la noche. Tras el crepúsculo el sol atraviesa un infierno subterráneo. Momento simbólico de la muerte. Al que le sucede después un  renacer al amanecer. La luna desaparece tres noches. Muere. Para luego resurgir, brillante, jubilosa. Pero la resurrección del Cristo clavado a  la cruz se asocia con el árbol más que con el sol y la luna. Y por lo tanto con el tiempo de las estaciones y el renacer de la vegetación en la primavera.

Cristo y la cruz y su fusión con el árbol y su cíclico renacer. Cristo y la cruz y su relación con el centro que irradia energía sagrada, primordial. Aquella fuerza originaria que crea, salva y regenera, se libera tras el martirio, el padecer y el sacrificio. Cristo que desde la cruz y el árbol finalmente da la fuerza que purifica y redime.

Similar es, el despertar de Wotan crucificado 9 días en el fresno Ygdrassil, para obtener el conocimiento de las runas y ser liberado como un nuevo dios.

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