Se a tratado de ofrecer una aproximación de cómo se pueden entender dentro del ámbito «Pensamiento Tradicional»– algunos términos y conceptos que en el mundo moderno han sido desvirtuados, desfigurados o simplemente se ignoran.
Algunos de los planteamientos del ámbito tradicional puedan resultar extraños y suscitar rechazo a la mentalidad moderna tan acostumbrada al «libre pensamiento», la «opinión propia», al «todo es relativo», al «progreso», la «ciencia», la «evolución», la «igualdad» etc. A los occidentales modernos nos resulta chocante cuando nos hablan de principios absolutos no discutibles y directamente captables, ausencia de individualidad, tradiciones milenarias, ausencia de progreso o de evolución, doctrinas, jerarquías, autoridad espiritual, castas, normas, etc.
Podemos reflexionar y preguntarnos sinceramente si los ignorantes no seremos nosotros; esta pequeña parte del mundo que dura el poco tiempo que llevamos de nuestra llamada «civilización moderna».
Nos daríamos por satisfechos si este trabajo pudiera servir al lector de empuje para una posterior investigación seria, profunda y sin prejuicios, más allá del posible primer rechazo visceral.
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Absoluto. La Total-Realidad actualizando (con relación a nuestro mundo) en un paso de la Potencia al Acto y según la Voluntad divina, toda determinación relativa.
«El mundo fenoménico es una huella que deja tras de si la actividad creadora incesante de lo Absoluto» (Toshihiko Isutzu)
Accidente. Aquello que es apto de existir en otro (la Substancia) como en un sujeto de inherencia (cui competit esse in alio tanquam in subjecto inhaesionis). Modificación transitoria perteneciente al orden contingente de las cosas y que posee el grado de realidad que es propio a su naturaleza.
«El accidente no está en lo Absoluto. Aquel que sabe eso por experiencia tiene el derecho de decir en verdad que la alegría es su compañera» (J. Van Ruysbroeck)
Acción. «La actuación anormal en que se desenvuelve el mundo occidental, ha transformado la subordinación natural de la acción respecto a la contemplación, en una verdadera autarquía de la primera respecto a la segunda, es decir, en un total trastocamiento y desjerarquización del orden que posibilitó la continuidad de sociedades edificadas en base a un esquema inteligente. Todas las doctrinas tradicionales han considerado relevante la superioridad natural de la contemplación, sin dejar de reconocer el lugar que le corresponde a la acción en el mundo relativo de la contingencia y de la manifestación externa. Además, hay que tener bien presente que la acción extrae su realidad de la contemplación, y que la primera sin esta última es pura agitación sin principio ni finalidad alguna.» (Vicente Alberto Biolcati, La Edad Crepuscular, ediciones Obelisco)
Advaita. Ver Shankara. Doctrina filosófica de la «No Dualidad» sistematizada por Shankara. Afirma la unidad de un Principio inicial, y, por tanto, la no-existencia de una dualidad que opondría un principio espiritual a otro material. Lo que pertenece al orden natural y relativo no es mas que ilusión, resultado de la ignorancia.
Alma. En el lenguaje tradicional y en el lenguaje anterior al renacimiento, el alma sería el conjunto de procesos síquicos, lo que actualmente llamaríamos la mente o psique, por eso se llega a decir que «el alma es el demonio», ese alma a la cual debe «odiar» todo aquel que quiere ser discípulo de Cristo y a la cual, como San Pablo nos recuerda, la Palabra de Dios como una espada de doble filo «separa del espíritu», un alma que San Pablo debe haber «perdido» para ser capaz de decir de verdad que «vivo, pero no yo, sino Cristo en mí». En el lenguaje posterior a la Edad Media se van confundiendo los términos alma y espíritu según los contextos hasta llegar a la confusión total actual en la que se considera al hombre como cuerpo y alma, en vez de la trilogía tradicional y universal de cuerpo, alma y espíritu.
Alquimia. La Alquimia era una ciencia de orden cosmológico y de aplicación al orden humano en virtud de la analogía entre el microcosmos y el macrocosmos. Como la astrología y todas las demás ciencias tradicionales, tenía un profundo carácter espiritual en razón de la llamada ley de correspondencia.
Amor. La atracción a la unidad. Actualización misericordiosa de la Voluntad divina irrigando todos los soportes de la manifestación.
«El amor que Dios prodiga a sus servidores, según un proceso sin fin, es en su esencia el principio mismo de su ser» (Ibn´Arabi, Tratado del Amor)
Apoyo. Lo que sirve de base y fundamenta la veracidad de la «cosa» para aquel que no conoce en absoluto, por captación directa, al Causador Universal.
«El mundo visible es el punto de apoyo para elevarse al mundo del Reino Celeste y el «recorrido de la vía Derecha» consiste en esta ascensión» (Ghazâli, El Tabernáculo de las Luces)
Arquetipo. El Bien, la Bondad, la Belleza, la Justicia etc. Palabra griega que significa «modelo».
Artes. Cuando se habla de Arte y Ciencia nos referimos a las Artes y Ciencias tradicionales, cuando todavía estaban ligadas a principios metafísicos y ocupaban un lugar integrado e integrador en la vida cotidiana de las personas. No nos referimos a la degeneración actual que ha convertido el arte en un mero objeto de «lujo», «pasatiempo» o «decoración», y a la ciencia en una mera divagación dispersa, utilitarista y mercantilista, normalmente aplicada a la industria civil o militar, y sin ninguna función «religadora». Arte y Ciencia tradicionales constituían actos rituales y sacros que ligaban al artista (el artifex medieval) con principios espirituales.
Artificio. Medio que oculta la verdad y que lleva a satisfacerse con la evidencia aparente y con la superficialidad.
«La caridad nos libera de los artificios del ego, que en toda acción no persigue más que su propio reflejo» (Titus Burckhard)
Astrología. «La Astrología, otra ciencia cosmológica, es en realidad algo completamente distinto que el «arte adivinatorio» o la «ciencia conjetural» que únicamente quieren ver los modernos. antes que todo se relaciona con el conocimiento de las «leyes cíclicas», que juegan un papel importante en todas las ciencias tradicionales» (Rene Guénon, Cahiers du Sud 1947)
Âtman y jiva. Atman es el Ser de todo pero especialmente del ser humano en toda la tradición filosófica védica. Se traduce como ser individual en los contextos en que está relacionado el término con el ser viviente jiva. Pero el jiva incluye las envolturas vitales y mentales y el ser puro no. Sin embargo, en muchas ocasiones se emplea la misma palabra atman. Cuando el concepto se refiere a lo real, lo esencial en el ser humano, el ser atman no es distinto de Brahman, el Ser Absoluto. En español se ha empleado siempre la mayúscula para distinguir el Ser idéntico al absoluto del ser con las limitaciones añadidas en la condición humana. El Ser puro limitado por la mente aparece como un ser separado consciente. La entidad aparentemente unitaria se toma por «lo real» durante la existencia temporal. Esto es así hasta el descubrimiento de la identidad entre el Ser y lo Absoluto. Mientras el ser humano en evolución es el ser individual que transmigra, del que se ocupa Sankara en algunos pasajes.
Âtmâ. O también Âtmân, pronombre reflexivo del sánscrito que significa «si» (si-mismo) o el «Si» (el Si-mismo). Es Brahman en el ser humano.
El «Si-mismo» (como pronombre reflexivo), el principio esencial y permanente del Ser, idéntico al Brahman universal. Es Shiva (Dios)en nosotros. Traducirlo por Alma es equívoco ya que esta palabra, en las lenguas occidentales, designa tanto el principio eterno y transcendente, como el principio intermedio y sutil; la psique (manas). El Ser en el hombre. En la tradición de los Upanishad, la dimensión transcendente del Yo, metafísicamente idéntico al Principio. En el tantrismo equivale al principio Shivaico del Ser Entidad espiritual eterna, presente en todo ser (animales incluidos), y que se reencarna hasta la Liberación final.
Es el equivalente Cristiano del Espíritu, en la división tradicional de Cuerpo, Alma y Espíritu
Autoridad y poder. «Cabe decir que el poder espiritual pertenece «formalmente» a la casta sacerdotal, mientras que el poder temporal pertenece «eminentemente» a esta misma casta sacerdotal y «formalmente» a la casta real. Es así cómo, de común acuerdo con Aristóteles, las «formas» superiores contienen «eminentemente» a las «formas» inferiores» (René Guénon, Autoridad Espiritual y Poder Temporal)
Avatâra. Palabra sánscrita que significa «Descendimiento» (de lo divino en lo humano). En la doctrina hindú, los avatares son las manifestaciones de Vishnu; se suele traducir inadecuadamente por «encarnaciones».
Descendimiento de Dios como mensajero divino, cuya venida tiene por objetivo restablecer el orden cósmico.
Belleza. Aquello que encanta al corazón, a los sentidos y a la razón, aniquilando por ello toda contingencia y toda relatividad.
«Siempre las palabras le faltan a aquel que describe la Belleza» (Shaykh Al´Alawî)
Bien. Lo justo y lo bueno según la Ley divina, y no según la voluntad de tal individualidad relativa. «El bien que te espera viene de Dios pero el mal que te toca viene de ti mismo» (Corán, IV, 78-79)
Brahman. El absoluto inmutable, infinito, eterno impersonal, abarcando tanto al Ser como al No-Ser. La esencia única de todo lo que es. La suprema realidad espiritual. Lo Absoluto, realidad no-dual. Palabra neutra, no confundir con Brahma. Lo Absoluto, ni existente ni no existente, pero de donde brota, por lo que se mantiene y adonde vuelve, todo lo que existe.
La palabra Brahman también se aplica para designar a los miembros de la casta mas alta, la que esta dedicada y destinada al sacerdocio y a la sabiduría espiritual. El que se ha establecido en Brahma. Persona de la casta de los sacerdotes, filósofos y maestros.
Caridad. (Caritas o también charitas). Esta palabra viene del latín carus, «querido».Calor expansivo infuso en el alma oponiéndose a la «fijación» y a la «rigidez» del ego.
«La caridad es una línea de amor entre Dios y el alma amorosa» (Jan Van Ruysbroeck)
«El Cristianismo se sitúa fuera de las «acciones y reacciones» del orden humano; no es, pues, exotérico por definición primera. La caridad cristiana no tiene ni puede tener ningún interés en el «bienestar» por sí mismo, porque el verdadero Cristianismo, como toda religión ortodoxa, estima que la única verdadera felicidad de la que puede gozar la sociedad humana es su bienestar espiritual con, como flor de éste, la presencia del santo, meta de toda civilización normal; porque «los muchos sabios son la salud del mundo» (Sab. 6,24). Una verdad que los moralistas ignoran es la de que, cuando la obra de caridad es cumplida por amor a Dios, o en virtud del conocimiento de que «yo» soy el «prójimo» y que el «prójimo» es «yo mismo» –conocimiento que implica por otra parte este amor– la obra de caridad tendrá para el prójimo no solamente el valor de un beneficio exterior, sino también el de una bendición; por el contrario, cuando la caridad no es ejercida ni por amor a Dios ni en virtud del dicho conocimiento, sino únicamente en vista del simple «bienestar humano» considerado como un fin en sí, la bendición inherente a la verdadera caridad no acompaña el aparente beneficio, ni para quien la ejerce ni para quien la recibe» (F. Schuon, De la Unidad Trascendente de las Religiones)
Causa. Lo que transciende los efectos (concebidos como «afirmación evolutiva de la Causa) bajo el punto de vista, evidentemente, del ser situado en el devenir y no en la simultaneidad. «Los profetas y los Santos dicen que detrás del velo de las causas está el Causador; entonces ¿por qué no te vuelves buscador y no intentas levantar el velo de las causas para llegar al Causador? (Djalâl-ud-Dîn Rûmî)
Casta. «El sistema de castas, como todas las instituciones sagradas, descansa en la naturaleza de las cosas, o, más precisamente, en un aspecto de ésta, en una realidad, pues que no puede dejar de manifestarse en ciertas condiciones; la misma observación vale para el aspecto opuesto, el de la igualdad de los hombres antes Dios. En suma, para justificar el sistema de castas, basta plantear la cuestión siguiente: ¿existen la diversidad de calificaciones y la herencia? Si existen, el sistema de las castas es posible y legítimo. Y lo mismo para la ausencia de castas, donde ésta se impone tradicionalmente: ¿son iguales los hombres, no tan sólo desde el punto de vista de la animalidad, que no se discute, sino del de sus fines últimos? Es seguro, pues todo hombre tiene un alma inmortal; así pues, en alguna sociedad tradicional, esta consideración puede prevalecer sobre la de la diversidad de calificaciones. (F. Schuon, Castas y Razas)
Certeza. Evidencia de las realidades esenciales asentidas de manera total e inmediata: la Certeza alivia al corazón de la duda y confirma la fidelidad.
Ciclos Cósmicos. La teoría de los Ciclos Cósmicos está desarrollada en formas diversas por todas las doctrinas tradicionales, pero particularmente y con mayor claridad, por la doctrina hindú.
En su dimensión temporal, lo manifestado tiene un ritmo cíclico que implica a todo el orden cósmico. Un ciclo de manifestación universal se cierra en sí mismo. Pueden distinguirse en él distintos períodos. Según las doctrinas tradicionales, un ciclo cósmico aplicado al orden humano y llamado Manvantara de acuerdo a la doctrina hindú, se compone de cuatro Yugas o Edades. Cada Edad implica una decadencia progresiva respecto de la precedente, debido a su alejamiento gradual del «estado primordial» o esencial. Esta concepción se opone a la moderna idea de progreso. Lo que en realidad ocurre es que el desarrollo cíclico supone un alejamiento cada vez mayor del principio espiritual de unidad originaria (involución).
En resumen, según las doctrinas tradicionales, el tiempo no es algo que se desarrolla como una línea recta, o sea uniformemente. La concepción real del tiempo representa a éste como cíclico. Se trata de un tiempo calificado, y no de un tiempo cuantitativo como lo pretende la simplificación extrema propia del espíritu moderno.
(…) En los textos canónicos cristianos, encontramos una consideración cíclica de la historia, como se ve especialmente en el Apocalipsis, libro que cierra la Revelación cristiana, de carácter cosmológico, estrechamente ligado a la exposición de los tiempos finales que terminan, sin embargo, con un nuevo ciclo: «Vi un cielo nuevo y una nueva tierra». Igualmente, en las Epístolas de san Pablo, ser recoge esta doctrina. San Pablo dice vivir en los «tiempos finales» y la venida de Cristo significa la Plenitud de los tiempos, lo que posteriormente ha llevado a confusión, ciertamente, puesto que plenitud quiere decir culminación, lo que viene a continuación no puede ser más que decadencia, y así lo entendían los antiguos. (…)
Ciencias profanas. Ese «saber ignorante» que es la Ciencia moderna, es un saber relativo por faltarle lo esencial; los principios intelectuales que deberían sustentarlo. Como se trata de un conocimiento desgajado de su tronco así carecer de fundamento, desde el punto de vista absoluto es ilusorio. El tronco es la metafísica, de la cual dependen los saberes parciales. Sin ella, cualquier investigación es un itinerario en las sombras, al faltarle la luz de la verdad. Como consecuencia, la ciencia moderna constituye una dispersión superficial de conocimientos fragmentarios y efímeros; en esta forma cualquier teoría científica dura medio siglo a lo sumo. Por otra parte, es la exterioridad la que domina las preocupaciones generales, incluso en los hombres de ciencia, ello es el resultado de la manera que tienen las grandes masas de apreciar la realidad. En última instancia, todo se reduce a las inquietudes más intrascendentes y en una dirección opuesta a la interioridad del intelecto. Por esa razón los descubrimientos e invenciones de los últimos siglos han producido una polarización positiva del interés colectivo, al tener como finalidad únicamente el aumento del bienestar en el plano sensible, que pareciera ser la principal aspiración del hombre moderno.
«Al separarse las ciencias tradicionales de su base metafísica de la cual obtenían todo su significado, se formaron las llamadas ciencias profanas, verdaderas investigaciones dispersas sin dirección alguna y sin profundidad reconocible. Ellas como dice Guénon «desembocaron irremediablemente en un callejón sin salida, al apartarse del origen superior del que dependían. Así se llego a un estado característico de las investigaciones científicas actuales, que es la fuga y la atomización en el detalle. Tales análisis, afirma Guénon, «pueden seguirse hasta el infinito sin avanzar un solo paso en la vía del conocimiento verdadero» ya que este último es sintético. Recordemos a Plotino: «Cuando el alma adquiere un conocimiento científico cualquiera, ella se retira de la unidad y cesa de ser una; porque la ciencia implica la razón discursiva y la razón discursiva implica la multiplicidad.(…) Ni siquiera lo superficial interesa mayormente en la actualidad, sino las aplicaciones prácticas, y así «la ciencia se confunde con la industria». Hoy se cultivan únicamente las ciencias del mundo sensible, las que se basan en la experimentación y no en la verdad conceptual. La experiencia es inútil y carente de sentido en el campo intelectual puro. Tal situación tiene como fundamente algo que Guénon califica admirablemente como «superstición del hecho». En efecto, un hecho prueba solamente la existencia de ese hecho y nada más, ya que sus causas pueden ser varias, y las que le atribuimos se basan en opiniones individuales o hipótesis científicas que se desechan con la misma rapidez con que se aceptan, no cimentándose en la realidad objetiva. De ahí el absurdo de pretender verificar los principios metafísicos.
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Civilización tradicional. Una civilización tradicional es aquella que se organiza y procede en su existencia temporal sustentada e inspirada por principios que provienen de la tradición.
Clase social. «Las «clases» sociales, tal y como se entienden hoy en día en Occidente, no tienen nada en común con las verdaderas castas, y no son, a lo más, sino una especie de falsificación sin valor ni alcance, pues de ningún modo se fundamentan sobre la diferencia de posibilidades implicada en la naturaleza de los individuos» (René Guénon, Autoridad Espiritual y Poder Temporal)
Conocimiento. Captación intuitiva –no por el mental sino por el corazón-intelecto– del modo de actualización de la Vida divina en el espejo de nuestra propia existencia
Contemplación. Para llegar al verdadero conocimiento se precisa la contemplación (del latín cum templum o sea llegar al templo interior, principio real y esencial del ser manifestado); pero dicha contemplación se constituye en el conocimiento mismo, por darse en la interioridad, no pudiéndose establecer allí separación real entre el ser y el conocer en su esencia íntima. Metafísicamente hablando conocer supone llegar a la suprema realidad de Si mismo, centro que refleja el conocimiento universal y absoluto. No ocurre lo mismo con la acción, cuyos resultados son externos. El que accede al verdadero conocimiento o contemplación intelectual pura, llega a identificarse con él.
«Buscad leyendo y hallaréis meditando; llamad orando y abríos contemplando.» (San Juan de la Cruz, Dichos de luz y amor)
Contratradición. La negación de la sabiduría originaria, inmutable y eterna, que fue el patrimonio espiritual de la humanidad durante milenios. Se trata de un paso avanzado en el declive espiritual. Esta situación corresponde a la última fase del Kali Yuga o Edad de Hierro, en la cual, como enseñan todos los libros sagrados, se termina por realizar de manera efectiva la ruptura total con la Tradición, paso previo a la «disolución final». «Obra constante de desviación del estado de equilibrio que constituyó la base de las civilizaciones normales, la que se fue cumpliendo gradualmente, como se observa en el paso insensible del humanismo al racionalismo, luego al mecanicismo y al materialismo más extremo» (R. Guénon).
Corazón. Centro del ser, «lugar» de actualización de las manifestaciones incesantes de lo Absoluto; todo corazón divinizado toma la forma perfecta adecuada para reflejar fielmente la actividad de lo Real. Sede de la Intuición Intelectiva o Consciencia y no sede de las emociones y sentimientos como se viene considerando actualmente al confundir lo emocional y sentimental con lo espiritual, consecuencia de confundir el alma con el espíritu.
«Lo mismo que el sol da a los planetas su luz, igualmente el corazón –sede del intelecto– ilumina todas las facultades» (Titus Burckhardt).
Cosmología. La cosmología deriva de la metafísica, al explicitar su reflejo en el ámbito de la manifestación universal, ámbito determinado por el espacio, el tiempo y la cantidad. O sea, la cosmología es una consecuencia de los principios metafísicos aplicados al mundo formal e informal.
Deidad. Se aplica este termino a la trascendencia de Dios como principio supremo entificado llegando a «lo Divino» (Gottheit) innombrable, el silencio. El aspecto infinito y no-dual de Dios más allá del aspecto creador. En la teología ortodoxa oriental se hablaría de la Esencia por encima de las Energías Divinas increadas. En muchos de sus escritos tanto Eckhart como Pseudo-Dionisio emplean este lenguaje o expresiones análogas.
Dharma. La palabra Dharma, en su significado más general, no designa más que una «manera de ser»; es, si se quiere, la naturaleza esencial de un ser, comprendiendo todo el conjunto de sus cualidades o propiedades características, y determinando, por las tendencias o las disposiciones que ella implica, la manera de comportarse de este ser, sea en totalidad, sea con relación a cada circunstancia particular. La misma noción se puede aplicar, no ya sólo a un ser único sino a una colectividad organizada, a una especie, a todo el conjunto de los seres de un ciclo cósmico o de un estado de existencia, o hasta al orden total del universo. Dharma puede, en un sentido, oponerse a Karma, que no es más que la acción por la cual esta disposición se manifestará exteriormente. En estas condiciones lo que es Adharma no es el «pecado» en el sentido teológico, como tampoco el «mal» en el sentido moral, nociones que son totalmente extrañas al espíritu hindú; es simplemente la «no-conformidad» con la naturaleza de los seres, el desequilibrio, la ruptura de la armonía.
Dialéctica. «Es una forma especial de razonar que significó un descenso en la comprensión de la verdad, lo cual provocó que los griegos hayan caído en interminables discursos para demostrar cualquier hipótesis, como se puede apreciar leyendo los Diálogos de Platón. En efecto, quien ha llegado al nivel del conocimiento puro sabe que cuando son necesarias las argucias dialécticas para convencerse de algo, es porque ya no se lo capta intelectualmente.» (V. A. Biolcati, La Edad Crepuscular)
Discernimiento. (Viveka en el hinduismo). Capacidad metafísica de diferenciar lo verdadero de lo falso, lo real de lo irreal. Facultad que da la evidencia de las cosas por captación de su norma creadora. Esta facultad se ejerce por y en la luz imaginativa de manera que la realidad (de estas cosas) se afirma mientras que nace el asombro con relación a su Creador.
«Apasionarse por la Sabiduría, es la perfección del discernimiento» (Sabiduría VI, 15)
Discriminación. Acto mental por el cual se pasa del discernimiento a la distinción separativa. Se trata de un grado ulterior a la pura captación intelectiva, implicando un juicio o una interpretación.
Doctrina tradicional. En su forma pura una doctrina tradicional está constituida exclusivamente por elementos intelectuales o sea metafísicos en el verdadero sentido del término, lo cual equivale a decir espirituales en su significado absoluto. Hay que puntualizar que intelecto y espíritu se equivalen en el campo de la metafísica. Cuando estos elementos intelectuales no se presentan como tales, sino mezclados con expresiones morales, sentimentales y otras, la tradición adopta una forma religiosa. Esto sucedió con el judeo-cristianismo, única tradición que tiene una exteriorización religiosa en el verdadero sentido de la palabra, aun cuando se encuentra en él un núcleo metafísico que en la religión cristiana se manifestó especialmente en la Edad Media.
Doctrina. Termino que viene del latín «docere», significando «enseñar», y de su forma «doctus» significando sabio porque enseñado, es la expresión de aquello que es necesario comprender para alcanzar el conocimiento del Principio. Se podría decir que la doctrina está en el ámbito del ser mientras que el dogma está en el ámbito del hacer.
Dogma. Es la expresión de los preceptos que se juzga necesarios para un buen acercamiento a las exigencias de la doctrina, o también, la expresión de las prescripciones relativas a los comportamientos coherentes con la doctrina. La doctrina es intemporal, mientras que los dogmas pueden variar según las necesidades de los hombres y su inteligencia del momento.
Dualismo. «El dualismo tiene por carácter distintivo el limitarse a una oposición entre dos términos más o menos particulares, oposición que, sin duda, es real desde un cierto punto de vista, y en ello reside la parte de verdad que encierra el dualismo; pero al declarar esta oposición como irreductible y absoluta cuando ella no es sino relativa y contingente, se prohibe el ir más allá de los dos términos que ha enfrentado el uno al otro y, de este modo, se encuentra limitado por aquello que constituye su carácter de sistema» (René Guénon, I.G.E.D.H.)
Duda. La duda se opone a la certeza y revela una carencia grave de Fe debida a la ignorancia del estatus particular del hombre en el seno de la creación y al desconocimiento de la Misericordia divina.
«Los profetas han venido como una piedra de toque para distinguir la certeza de la duda» (Sultan Valad)
Edad Media. El acrecentamiento del declive espiritual que significó el fin del mundo greco-latino, quedó momentáneamente detenido con el advenimiento del cristianismo, el cual encauzó una verdadera vuelta a la tradición, que se cumplió efectivamente durante la Edad Media. Ésta, considera Guénon, se extiende desde el reinado de Carlomagno hasta principios del sigo XIV. En el transcurso de este último, agrega, se produjo la verdadera disolución de lo que se entiende por «Cristiandad» como principio superior y rector, principio espiritual que constituyo desde el comienzo de nuestra era la auténtica soberanía intelectual del mundo occidental. Este momento límite lo define como crucial y dice que fue la circunstancia básica que hizo expandir las tinieblas que ocultaron la claridad de la sabiduría tradicional. efectivamente, en esa época se integraron las nacionalidades.
Economía. Plan divino concerniente a la salvación de los hombres; parte de la teología que trata de este plan.
Educación. Los mejores elementos con alta capacidad espiritual son echados a perder en un sistema nivelante y mediocrizante en el que no interesa que esos elementos prosperen y sobresalgan, y que, aun en el remoto caso de sobresalir, no tienen más remedio que permanecer marginados.
Así, para la mayoría de las personas el modelo más alto ya no está en el sabio (espiritual) o en el santo sino que está encarnado en el ingeniero o en el científico, cuando no –en todavía un descenso más hacia el nivel puramente físico– en el deportista de «elite», en el pseudo–cantante o en el pseudo–artísta famoso.
«El humanitarismo filosófico subestima el alma inmortal por el propio hecho de que sobrestima el animal humano; obliga un poco a oscurecer a los santos para mejor poder blanquear a los criminales, pues lo uno parece tener que ir necesariamente acompañado de lo otro. De ello resulta la opresión de los contemplativos desde su tierna infancia: en nombre del igualitarismo humanitario, la escuela en particular y la mundanidad oficial en general, machacan vocaciones y dilapidan genios; todo elemento espiritual es desterrado de la vida profesional y pública (…) en cambio, y por compensación, la vida profesional toma aires cada vez más «religiosos», en el sentido de que reivindica al hombre por entero –tanto su tiempo como su alma–, como si la razón suficiente de la condición humana fuese determinada empresa económica, y no la inmortalidad» (F. Schuon, Castas y Razas)
Todo ser humano posee unas características que le son propias y que lo distinguen esencialmente de cualquier otro, lo que lleva a que tenga unas cualidades intrínsecas y unas funciones sociales diferentes. Es así como en las sociedades tradicionales, cada hombre y mujer ocupa el lugar que le conviene normalmente en razón de su propia naturaleza.
Egoísmo. Estado particular de contracción interior obstaculizando la actualización del Amor.
«El egoísmo y el interés personal son el punto focal de lo falso» (Nisargadatta Maharâj)
Elite. «Las aptitudes que contemplamos cuando hablamos de elite, siendo del orden de la intelectualidad pura, no pueden ser determinadas por ningún criterio exterior, y son cosas que nada tienen que ver con la instrucción «profana»: en ciertos países de Oriente hay gentes que, no sabiendo leer ni escribir, no por ello llegan menos a alcanzar un grado muy elevado en la elite intelectual»(René Guénon, Oriente y Occidente)
Emanación. «La idea de «emanación» es, probablemente, la de una «salida», pero de ningún modo debe contemplarse así a la manifestación, ya que, realmente, nada puede salir del Principio: si algo pudiera hacerlo, limitado por el hecho mismo de la manifestación. La verdad es que, fuera del Principio, no hay y no puede haber sino la nada (le néant). (René Guénon, Etudes Traditionelles oct. 1927)
Encantamiento. En el contexto tradicional esta palabra no tiene nada que ver con las resonancias «mágicas» que se le da actualmente. Encantamiento es la invocación de la influencia o intervención divina por medio de la palabra o el gesto ritual legitimado tradicionalmente.
Esclavitud. Estado de quien se somete a las exigencias del mundo y se une a los deseos de este tanto como a sus tormentos.«El egocentrismo es la atadura a los límites individuales del ego en la esclavitud de la pasión» (Titus Burckhardt)
Esencia. Lo que funda el ser de una cosa; aquello por lo que una cosa es lo que es (id quo res est id quod est)
Esotérico. Palabra griega que significa «interior», «escondido», «secreto». Una enseñanza esotérica no es una enseñanza destinada a todos, sino reservada a un pequeño número y hace referencia a la vivencia intima, interior por oposición a las formas exteriores que, por otra parte, son necesarias y la complementan. En el contexto tradicional la palabra esotérico equivale a metafísico. No tiene por lo tanto este término el significado que se le da actualmente relacionado con la Magia, la Parapsicología o la Nueva Era, asuntos estos que, además de ser totalmente antiespirituales, no deberían en propiedad llevar el nombre de esoterismo sino de ocultismo.
Espiritismo. «Cuando un individuo muere sin haber conseguido lo que, utilizando el lenguaje religioso, se llama «salvación» su alma se descompone tal y como lo ha hecho previamente su cuerpo. Son estos residuos psíquicos los que, en ocasiones, pueden aparecer en una sesión de espiritismo, pero se trata simplemente de eso, de deshechos y no de personas. Los fenómenos que se producen en las sesiones espiritistas pueden tener diversas causas; en ocasiones son producidas por el subconsciente del medium o de los asistentes. Cuando hablamos de subconsciente nos referimos al aspecto sutil que, junto al grosero, conforman la individualidad, concretamente a la parte inferior de éste y que es mucho más amplio que el contemplado por la psicología moderna.
Espíritu. La «fina punta del alma». Aquello que está más allá del cuerpo y del alma (mente) integrándolos a ambos. Aquello que en el hombre está unido a Dios.
«Intelecto, synteresis, consciencia, Agathos Daimon. La parte mejor y más divina del hombre, en sí mismo incapaz de errar, y nuestro único medio de participación en la vida y el perfección que es Dios mismo» (A.K. Coomaraswamy).
Cuando buscamos en la religión alguna luz sobre la naturaleza del Espíritu encontramos que la doctrina católica, por ejemplo, evita virtualmente la cuestión. Se considera que el hombre es una dicotomía de cuerpo y alma, definiéndose ésta como substancia intelectual, no compuesta y simple en su naturaleza, y que carece de todas las cualidades corporales como tamaño, color y forma. En la práctica se identifica al alma con el espíritu como si se tratara de la misma cosa. No sabemos que es lo que ha ocurrido con el espíritu en el desarrollo de la teología católica. Parecería que se lo ha confundido con el alma o que se lo ha dejado fuera de consideración. Todo ello a pesar de la distinción tan clara que se hace entre alma y espíritu en el Nuevo Testamento por ejemplo en Hebreos, IV, 12; en Corintios XV, 44-45; en Corintios, II, 14-15 y otros lugares. Debe considerarse este hecho dentro de la decadencia del ciclo sobre todo a partir del Renacimiento donde el concepto queda ya totalmente confuso incluso por personalidades de la talla de Santo Tomas de Aquino.
Eternidad. El eterno presente, más allá de toda relatividad temporal, captado en la instantaneidad de lo Real. «La Eternidad es el «instante» intemporal y sin duración, el verdadero presente en el que ninguna experiencia temporal es posible» (René Guénon, Estudios sobre el Hinduismo)
Eternidad es el «no-tiempo», un concepto metafísico que el Occidente actual confunde con la perpetuidad, que no es nada más que un tiempo indefinido. La mentalidad occidental, habiendo agravado su estado sub-intelectual con la desviación moderna, está dirigida casi exclusivamente al mundo sensible, y por lo tanto cae en una constante confusión entre lo que significa concebir y lo que significa imaginar. La pérdida de la verdadera intelectualidad en el mundo moderno, hace creer a la mayoría como impensable aquello que no tiene representación sensible.
Evolucionismo. Hipótesis, hoy en día sin demostración científica, en la que se afirma que las formas cambian sustancialmente en un proceso gradual y continuo de adaptación. Se postula que todo ser complejo, y más particularmente todo ser viviente, de la planta hasta el hombre, procede de una organización progresiva de la materia orgánica, a partir de sus componentes más simples para desembocar, con el transcurso del tiempo, en el compuesto más complicado que es el hombre.
Uniendo la hipótesis evolucionista a la hipótesis progresista se llegará a plantear que las formas se transforman «mejorando» de un «menos» hacia un «mas«. El evolucionismo espiritual teoría o hipótesis totalmente discutida y rechazada en todas las tradiciones afirma la aproximación gradual a lo Absoluto conforme avanzan los tiempos y se suceden las generaciones. Esta idea que podríamos considerar herética coloca solamente a los últimos hombres, los de la última generación, en presencia total del Espíritu, quedando todos los demás excluidos y siendo meros «peones» sufrientes para la deificación de los últimos. Como fácilmente se comprenderá este planteamiento es totalmente contrario a la Omnipresencia divina así como a su Misericordia y por ello es totalmente rechazado en todas las tradiciones.
Exoterismo. Enseñanza «exterior» dada a todos; se opone a «esoterismo».
«En una doctrina cualquiera, el esoterismo es la concepción y el exoterismo la expresión, siendo interior la primera y exterior la segunda» (R. Guénon, Introducción al Estudio de las Doctrinas Hindúes)
Experiencia mística. La Experiencia Mística, la única conocida en Occidente que tiene analogías con la realización metafísica, no se traspasa el ámbito puramente religioso e individual. En cambio la realización metafísica tiene, por el hecho de ser una vivencia de totalidad, por así decirlo, un carácter universal e ilimitado, o sea supraindividual. La experiencia mística tiene frecuentemente características sentimentales y muchas veces no traspasa el plano de lo puramente sicológico. A este respecto recordemos que Occidente ha confundido en los tiempos modernos lo síquico y lo espiritual.
Fe. «La Fe no es creencia, la Fe ya es una operación intelectual, un asentimiento íntimo de la Verdad que conlleva certidumbre no duda, «creer» (en el sentido actual de la palabra) es pensar que es posible, tener Fe es saber que es verdad, aunque no se acabe de comprender. Consecuencia de ello es un pensamiento de tipo analógico, que implica, por un lado, un conocimiento simbólico, es decir, una «consideración» de las cosas como manifestaciones e realidades superiores y esto especialmente en los acontecimientos de la propia vida y por otro se trata de «pensar al revés», «pensamiento inverso» lo llama el hinduismo, ver las causas que provocan los acontecimientos no sus consecuencias» (Letra y Espíritu nº 6)
Filosofía. La Filosofía, como la palabra lo indica, implicaba originariamente un amor a la sabiduría, una actitud requerida para llegar al verdadero conocimiento. Con el tiempo se fue olvidando esta finalidad, y quedó únicamente el instrumento preparatorio, que es el medio empleado, por otro lado contingente, o sea la estructura discursiva, racional e individual, que puede ser oral o escrita. No se comprendió más cual era la meta, o sea el verdadero saber, este último suprarracional, no discursivo y supra individual o sea universal. Es claro que para llegar a esta meta se requiere una formación espiritual previa, la cual supone la actitud filosófica antes nombrada y no una mera información dialéctica, teórica o erudita. El plano intelectual puro, propio de la metafísica, fue negado implícitamente por la filosofía moderna, debido a su incapacidad para llegar a él. Esto ocurre debido a que el ámbito de discusión de esta última se desenvuelve en el campo de la manifestación universal, en cambio la metafísica señala la no-manifestación.
El esoterismo se fue perdiendo con la especulación filosófica y especialmente con el naufragio intelectual que oscureció progresivamente a Occidente
«No debe confundirse esta «Philosophia Perennis», que en verdad es una metafísica, con la «filosofía» empírica y sistemática que se enseña ahora en nuestras universidades, ni con las «filosofías» de «pensadores» individuales.» (A. K. Coomaraswamy)
Geosofía. Ciencia simbólica de la locación y del espacio, que se ocupa de los aspectos cualitativos de los distintos puntos del planeta y de la asociación de los diferentes lugares terrestres con funciones tradicionales, que van desde la ubicación de los santuarios, los sitios de enterramiento y los lugares de culto, a los emplazamientos adecuados para la construcción de jardines o la plantación de árboles, como en esa especial forma de arte sagrado que es el jardín japonés y el jardín persa, o todas las variaciones que van de los jardines de España a los jardines de la India mogola. La ciencia de la geografía sagrada abarca desde las prácticas populares y a menudo folclóricas de la geomancia en China hasta la más profunda sensibilidad a la gracia de la Presencia divina que se manifiesta en ciertas formas y lugares naturales.
Gentil. Gentilis, gentilitas. «Hoy todos piensan en la persona cortés, afable, de buenos modales. El término antiguo se refería en vez al concepto de «gens», de estirpe, raza, casta o lenguaje. Era «gentil» en sentido romano quien tenía las cualidades que derivan de un linaje y de una sangre diferenciada, las cuales solo por reflejo pueden determinar eventualmente una conducta de destacada cortesía, cosa diferente de las «maneras» que también el «parvenu» (recién llegado) puede hacerse propias estudiándose libros de urbanidad, y diferente también de la vaga noción moderna de la «gentileza». Es así como hoy son muy pocos los que pueden comprender el sentido pleno y más profundo de expresiones tales como «espíritu gentil» y semejantes, que han permanecido como aisladas expresiones en escritores de otros tiempos». (Julius Evola, El Arco y la Clava)
Gnosis. Término de origen griego por el que es preciso entender el conocimiento interior y salvador de Dios, diferenciándose de gnosticismo. Termino empleado por primera vez por San Pablo quién es también el primer denunciante del gnosticismo, es decir, de la «pseudognosis» (I Tim 6,20). No es San Pablo la única autoridad, aun siendo la mayor, a la que podemos invocar; San Ireneo de Lyon, en Adversus haereses, no denuncia la gnosis, sino, tal como lo expresa el título original de su obra, título que ha sido conservado por Eusebio de Cesarea, San Juan Damasceno y otros, «la gnosis de falso nombre» (Elenkos kai anatropè tès pseudonymou gnôseôs). También Clemente de Alejandría, por su parte, si bien combate el gnosticismo, se propone enseñarnos la «gnosis verdadera», la que viene de Cristo por la tradición apostólica, y que el estudio de la Escritura y la vida sacramental actualizan en nosotros. Asimismo, el gran Orígenes nos habla de esa «gnosis de Dios» que pocos hombres poseen y por la cual Moisés penetro en la tiniebla divina (Contra Celsum, VI, 17). Son estas razones históricas suficientes para hablar de una gnosis cristiana.
Gnosticismo. Designa la sistematización históricamente determinada del conocimiento (o gnosis), de modo que esta gnosis se encuentra aquí reducida a algunos elementos constituyentes. En este sentido todo gnosticismo es una herejía, puesto que la herejía consiste en elegir (hairésis = elección), en el seno de la verdad total, algunos elementos de esa verdad que se erigen a continuación en totalidad y a los que se remite todo el resto.
Guru. Adjetivo que significa «el que tiene peso», substantivado para designar un hombre de peso, (pesado de conocimiento) y al cual uno se dirige como guía espiritual.
Hipóstasis. La substancia individual o la persona. En el vocabulario cristiano, designa las tres Personas de la Santísima Trinidad.
Hipostático. Unión hipostática: unión de las dos naturalezas, divina y humana, en la persona (Hipóstasis) de Cristo.
Honestidad. Honesto. (Honestus). «Vinculado con la idea de «honos», este término antiguamente tuvo el significado prevaleciente de honorable, noble, de noble rango. ¿Qué es lo que se conserva de todo esto en el término moderno correspondiente? «Honesta» es la persona «de bien» de la sociedad burguesa, aquella que no cumple con malas acciones. La expresión «nacido de padres honestos» hoy tiene casi un sesgo irónico, mientras que en la Roma antigua era la designación precisa de una nobleza a la cual muchas veces le correspondía también una nobleza biológica. «Vir honesta facie» significaba en efecto un hombre de magnífico aspecto, del mismo modo que en la antigua lengua sánscrita el término «arya» comprendía sea el sentido de una persona digna de honor, como el de la nobleza de carácter interior así como en su tipo somático.» (Julius Evola, El Arco y la Clava)
Historia. Los hechos históricos son la expresión humana de realidades superiores y es lo que les confiere su interés, y más todavía si se trata de «historia sagrada» como en el caso de la vida de Cristo. No se trata de que de unos hechos se extraigan unas conclusiones trascendentales, sino todo lo contrario, es porque existen esas realidades trascendentales que deben ocurrir esos hechos con el fin de poder expresarse.
Humildad. Humilitas. «Con la religión que predominó en Occidente la «humildad» se ha convertido en una «virtud» en un sentido muy poco romano, glorificada en oposición a aquella postura de fuerza, de dignidad, de calma conciencia, de la cual se ha hablado antes. En Roma antigua la misma significó justamente lo opuesto de toda «virtus». Quiso decir bajeza, carácter despreciable, baja condición, abyección, vileza, deshonra; por lo cual, por ejemplo, puede decirse que antes que la «humildad» es preferible la muerte o el exilio: «humilitati vel exilium vel mortem anteponenda esse». Son frecuentes las asociaciones de ideas, como «mens humilis est prava», es decir, mente baja y malvada. La expresión «humilitas causam dicentium» se refiere a la condición de inferioridad y de culpa de quienes son llevados ante un tribunal. También aquí se encuentra una vinculación con la idea de raza o casta: «humilis parentis natus» significaba haber nacido del pueblo en sentido despreciativo, plebeyo en oposición al nacimiento gentilicio; por lo tanto con una sensible divergencia con respecto al sentido moderno de «de condición humilde», en especial considerando que hoy el criterio casi excluyente de las posiciones sociales es el económico. En todo caso, a un Romano del buen tiempo antiguo nunca se le habría ocurrido concebir la «humilitas» como una virtud, y vanagloriarse de ella y predicarla. En cuanto a cierta «moral de la humildad», se podría recordar lo resaltado por un emperador romano, en el sentido de que nada es más repudiable que el orgullo de quienes se dicen humildes. Todo esto sea dicho sin que por ello se quiera dar valor a la presunción y a la arrobancia.» (Julius Evola, El Arco y la Clava)
Idolatría. La idolatría busca, adora y sirve a las cosas por si mismas, en lugar de ver en ellas una imagen (icono) del Creador. El materialismo ateo es una forma moderna de idolatría.
Ignorante. Quienquiera que esté engañado por el modo aparente de las «cosas» y no ha realizado su verdadera naturaleza. «Dios no elige como amigo a un ignorante» (Sohrawardi)
Infinito. El infinito es lo que no tiene determinaciones ni límites. Luego podemos llegar a concebirlo pero no a distinguirlo ni definirlo, porque oscureceríamos la claridad del concepto puro y caeríamos en el dominio del Ser universal. Supone lo indefinido y lo finito, o en otros términos el caos y el cosmos. Estamos haciendo referencia, bien entendido, al infinito metafísico y no a otros infinitos, como podría ser el infinito matemático, donde ya existe determinación, en este caso la cantidad.
Iniciación. «La iniciación, que debe introducir al aspirante en el camino de una realización personal, consiste esencialmente en la transmisión de una influencia espiritual. Esta «bendición» es conferida por un maestro, él ya iniciado, a un discípulo en virtud de la cadena ininterrumpida, de la filiación efectiva que relaciona al maestro iniciante con el origen de la cadena y de los tiempos. Todo rito de iniciación conlleva gestos simbólicos que son testimonio de una filiación original. Citemos como ejemplo el beso del iniciante que trasmite en esta forma al iniciado el soplo de la influencia espiritual que ha presidido la creación del mundo. El iniciante cuando realiza semejantes actos no actúa en tanto individuo, sino como un eslabón de la cadena, como transmisor de una fuerza que lo supera y de la que él sólo es un humilde portador.
Para que llegue a ser eficaz, la iniciación exige, por parte del aspirante, tres condiciones: disposición completa, recepción regular y realización personal. Las condiciones más necesarias para recibir la iniciación pueden resumirse en cuatro puntos: pureza de cuerpo, nobleza de sentimientos, amplitud de horizonte intelectual y altura de espíritu.
La iniciación debe ser otorgada por un maestro cualificado, al que los hindúes denominan «guru» (o anciano), los ortodoxos «geron», que tiene el mismo sentido, y los musulmanes «sheikh», y que desempeña con respecto al discípulo el papel de un padre espiritual. siendo la iniciación un segundo nacimiento. El maestro le acompañará en las dificultades surgidas de la aplicación del método. En cuanto a los conocimientos teóricos, cada organización posee un método para dar las enseñanzas.
Inocencia. Innocentia. «También esta palabra evocaba ideas de claridad y de fuerza. En el uso prevaleciente en la antigüedad ella expresaba la pureza de ánimo, la integridad, el desinterés, la rectitud. (Julius Evola, El Arco y la Clava)
Intelecto. «El intelecto designa un conocimiento simple y absoluto, de modo inmediato, en una primera y súbita captación, sin movimiento y discurso alguno» (Santo Tomas de Aquino, De Veritate (qXV, a1). El conocimiento intelectual puro, por ser, inmediato, es infalible, y cuando se lo posee, toda discusión se desvanece por su carencia de sentido. Se puede discutir indefinidamente desde la parcialidad de un sistema filosófico, especialmente al enjuiciar a otro sistema, pero no desde el saber metafísico. De aquí la decadencia intelectual representada por Descartes, al colocar la razón como supremo árbitro.
Intuición. Captación directa de la Luz inteligible durante su descendimiento al plano supra-individual, no al plano de la facultad reflexiva del ser. «Deja de hacer razonamientos y comprende por la luz de la intuición» (Ibn Arabî, El Tratado de la Unidad)
Kali Yuga. «La Edad de Hierro»; la cuarta edad, la de los conflictos y de las tinieblas, en la cual nos encontramos. Edad de las sombras, edad oscura, edad de los conflictos, el último de los cuatro periodos en los cuales está dividido un manvantara, una era de Manu, es decir: la duración de manifestación de una humanidad terrestre. Nosotros nos encontramos actualmente en el final del kali yuga y es a nosotros, hombres de los últimos tiempos, a quienes está especialmente destinada la revelación tántrica. La «edad de sombra» es la última de las cuatro eras del ciclo actual. (Ver Linga Puranas).
«De acuerdo a la tradición hindú el Kali-Yuga es la cuarta y última edad de el ciclo. En ella estamos desde hace más de seis mil años. La etapa actual del Kali-Yuga corresponde a la modernidad, cuyo producto extremo llamaremos «era de las masas» (…) en ésta se produce el oscurecimiento límite del intelecto o sea el naufragio total del conocimiento. Nuestro mundo moderno ha comenzado a recorrer, en su retroceso, ese camino final (…) el alejamiento de la unidad primordial ya ha llegado al máximo posible. Además, el extravío individual y colectivo en la exterioridad sensible, el exclusivismo en el mundo de la materia, la atomización y fragmentación de las investigaciones, la velocidad siempre creciente de los acontecimientos, la masificación y nivelación en el término medio (…) y la obnubilación implícita en la adoración de la técnica, parece haber llevado a la humanidad hacia los momentos finales de dicha Edad.» (V. A. Biolcati, La Edad Crepuscular)
Karma. Acción, deber, actos condicionados. Acto, acción bajo todas sus formas (en sentido técnico, acción ritual tal como está prescrita por el Veda). Ley inmanente de la cual resulta el que toda acción tenga un resultado inevitable, en ésta vida o después. Se ha abusado mucho de este termino en Occidente dándole una resonancia moral que no tiene originalmente. La «obra» y sus consecuencias: la serie de actos realizados en esta vida y en las precedentes; la continuidad de las causas y de sus efectos. Literalmente «acción». En particular es la ley inmanente que quiere que una acción dada tenga un resultado dado
Una mala interpretación del termino Karma, ha hecho que en occidente se considere este concepto desde el punto de vista moral, como un «premio» o un «castigo» por las acciones cometidas. Todo este enfoque moral es totalmente ajeno a las doctrinas hindúes que no ven en el Karma más que la reacción y las consecuencias «normales y justas» a cualquier acción; sin que esto tenga nada que ver con premios y castigos.
«No es sino la acción por la cual esta disposición (el dharma) se manifestará exteriormente, con tal de que la acción sea normal, es decir, conforme a la naturaleza de los seres y con las relaciones que se derivan. (René Guénon, Introducción al Estudio de las Doctrinas Hindúes)
Kshatriya. Casta de dirigentes, protectores y guerreros. La segunda casta, la de los guerreros y los representantes del poder civil. Obligada a la nobleza y bajo la tutela de la casta sapiencial.
aptas para transmitir conceptos metafísicos, por carecer de instrumentos idiomáticos adecuados. Por consiguiente no basta intentar traducir una lengua sagrada a la perfección para comprender lo que se transmite, sino que hace falta profundizar en su pensamiento original y estar preparado intelectualmente para poder asimilar la doctrina pura. Dicha preparación no se puede adquirir eruditamente o sea «desde fuera» sino «desde dentro», desde el desarrollo e la interioridad, identificándose con el núcleo de ese saber universal, y por medio de un maestro o gurú. En Occidente se ha llegado a la crítica de textos sagrados hecha con criterios científicos modernos, lo cual constituye una absoluta aberración al pretenderse suplantar el sentido metafísico profundo de la revelación, con el análisis superficial, con el literalismo y con el punto de vista histórico, perspectivas en las que subyace la absurda idea contemporánea de progreso y de evolución, y que delata la ignorancia total de un nivel cognoscitivo que se sitúa en lo intemporal y simbólico. Es necesario ver con claridad que las doctrinas verdaderamente tradicionales o sea metafísicas son, por su misma esencia, inmutables. Por lo tanto es un sin sentido que se nutre de una incurable ceguera mental, considerar como a veces se pretende, la posibilidad de evolución y de progreso en ellas. En efecto, surgen del absoluto y persisten fuera del tiempo.
Ley de correspondencia. Ley metafísica fundamental en virtud de la cual los diferentes planos de la realidad simbolizan los principios superiores que los dirigen.
«Cada cosa, procediendo esencialmente de un principio metafísico del cual depende en toda su realidad, traduce ese principio a su manera y según su orden de existencia, en tal forma que de un orden a oro todas las cosas se encadenan y se corresponden para concluir e la armonía universal y total, que es, en la multiplicidad de la manifestación, como un reflejo de la unidad originaria. Por ese motivo, las leyes de un dominio inferior pueden siempre ser tomadas para simbolizar las realidades de un orden superior, del cual ellas extraen su razón profunda, que es a la vez su principio y su fin» (René Guénon, El Simbolismo de la Cruz)
Cualquier expresión natural es, por lo tanto, una corporización contingente de su principio. Como dijo Platón, el mundo sensible no es más que un reflejo del mundo inteligible. Para llegar a este último, se necesita poder interpretar adecuadamente el símbolo correspondiente.
«Si comprendemos que cada fenómeno natural, social o histórico traduce simbólicamente, y en su estrato concreto, aquello que está en el origen y del que depende, es posible que vislumbremos la verdadera realidad, ya que nos habremos colocado en el comienzo del devenir universal, pero un comienzo fuera del tiempo. Llegaremos a «ver», en sentido de totalidad, lo que está más allá de la expresión refleja y apariencial. Así no permaneceremos más en la periferia de la «rueda de las cosas» como dicen los libros sagrados del extremo Oriente, sino en su centro».(V. A. Biolcati, La Edad Crepuscular).
Libertad. Renuncia total y segura al dominio de las realidades de aquí abajo y que lleva a la pacificación del alma y a la serenidad interior. «Es libre aquel que solo tiene un Objetivo y una única voluntad para alcanzarlo» (Hermano Juan, El Jardín de la Virgen).
Macrocosmos. El «gran mundo» es decir el Universo creado.
Mantra. Formula sagrada extraída de las escrituras hindúes y que se repite con un rosario. Palabra de poder espiritual, nombre secreto de una cosa o de un ser que permite obtener su esencia. Fórmula sagrada, unión de sílabas sánscritas, de palabras, condensando en forma sonora una divinidad que es así invocada.
Más allá. Sede de la realidad primordial y de la plenitud de todas las posibilidades del ser. «El más allá no es una aniquilación sino una transfiguración de todo lo que nosotros somos aquí en nuestro mundo de formas» (Kena Upanishad)
Materia. Elemento determinable del cual una cosa está hecha; este elemento está determinado por la forma.
Metacosmos. Lo que está más allá del cosmos, Dios, el mundo divino.
Metafísica. Esta palabra designa en la obra de Aristóteles la parte de la reflexión teórica que viene después de los tratados de física. El empleo de la palabra se ha generalizado para designar la parte superior del saber, la que remonta a las causas primeras y a los principios primeros de los seres. En el contexto tradicional Metafísico equivale a espiritual. Para acceder a la metafísica se necesita concentración mental profunda y verdadero conocimiento teórico.
Macrocosmico. Punto de vista del macrocosmos.
Microcósmico. Punto de vista del microcosmos.
Microcosmos. El hombre considerado como un «pequeño universo».
Modernidad. «Tengamos en cuenta que con el Renacimiento y la época de los «descubrimientos» posteriores comenzó un período que constituyó el inicio real de la modernidad tal cual la concebimos en la actualidad, o sea el desarrollo hipertrofiado y anárquico de la ciencia y de la técnica, el estudio de las ciencias físicas hasta la atomización en el detalle, el maquinismo en todos los niveles, el cerramiento de la inteligencia en la cosmovisión utilitaria aun en lo meramente humano, la practicidad, la complacencia en los estratos más inferiores y la impotencia intelectual.
La modernidad, como esencia de nuestro mundo contemporáneo, implica el alejamiento extremo respecto al centro originario del Ser universal o intelecto puro.
Sin embargo se equivocan los que desesperan, ya que el desorden es previsible en esta última etapa del tiempo humano, siendo a su vez el orden final la suma de todos los desordenes parciales y aparentes, tal como lo enseñan los libros sagrados.
El que ve únicamente el aspecto negativo de la modernidad no se da cuenta que dentro del Todo absoluto, cada situación momentánea tiene siempre un sentido como cualquier otra. Así, luego del fin de este ciclo, otro nuevo comenzará para establecer un nuevo equilibrio con el producto resultante de los supuestos sin sentido anteriores.
A pesar de que esta vasta confusión se está convirtiendo cada vez más acentuadamente en «la abominación de la desolación» como lo profetiza el Evangelio, los que aún son capaces de reflexión deben comprender que nada en la realidad del devenir supone una gratuidad arbitraria, sino que representa una profunda sabiduría que abarca regiones más amplias en el espacio y en el tiempo.» (V. A. Biolcati, La Edad Crepuscular)
Muerte. Extinción total y definitiva del ser relativo frente a la Presencia de lo Verdadero y a la Permanencia de la Total-Realidad.
Música. «La Música es una de las siete artes liberales, que formaba junto con la aritmética, la geometría y la astronomía, el quadrivium, conjunto de las artes físicas, relacionadas con la forma o aspecto cualitativo de las cosas, todas las cosas las has hecho con peso, número y medida, dice la Biblia. Podríamos decir que la música es la expresión aritmética del sonido, los números expresando en todas las tradiciones las «razones eternas» de los seres y las cosas, y el sonido relacionándose con el éter, el elemento primordial del que surgen los cuatro elementos que forman el mundo corpóreo.
El alma es una sinfonía, decía Santa Hildegarda de Bingen, y es así que podríamos trasladar a música una expresión humana concreta o un aspecto divino, como de hecho hace siempre la música tradicional. es decir, la música es una estructura simbólica de un carácter más primordial que cualquier otra, como dice San Isidoro de Sevilla: «ninguna disciplina puede ser perfecta sin la música; sin ella nada existe. Se afirma que el mundo mismo fue compuesto de acuerdo con una cierta armonía de sonidos, y que incluso el cielo gira bajo la influencia modular de la armonía».
En la sociedad tradicional, el tiempo como el espacio tienen un aspecto cualitativo, que expresan cada uno en su orden las realidades de lo alto, toda civilización tradicional intenta reflejar el cielo en la tierra. La música tradicional, porque es cualitativa, considera el momento, el lugar y la acción que se desarrolla en ellos, expresando simbólicamente su realidad esencial. Cada acontecimiento tiene su música. Esta expresión musical, definida por el acontecimiento que acompaña, liga estrechamente en el canto la letra, la música y el modo; esto ocurre en todas las formas musicales tradicionales, desde el raga hindú hasta el canto gregoriano, pasando por las canciones populares como, por ejemplo, los palos del flamenco.
La música tradicional distingue entre sus diferentes aplicaciones, podemos hablar entonces de una música sagrada, otra religiosa, y otra prosaica (mejor que profana ya que en las culturas tradicionales incluso las fiestas, entretenimientos etc. tienen un carácter y un simbolismo esencialmente sagrado).
La música sagrada es aquella que es capaz de remitir al individuo al Sí-mismo. La música religiosa, en cambio, pretende unir, no ya al individuo con su esencia, sino a los diferentes individuos de una comunidad en el culto o la alabanza divinas. La música prosaica se atiene a lo material, incluso a lo corpóreo.
Estos aspectos cualitativos y simbólicos de la música están por completo ausentes en la música moderna. Ninguna relación se percibe hoy en día entre la música y el tiempo, el lugar y el acontecimiento en los que se ejecuta. El canto gregoriano se canta en recitales profanos, y a la inversa en la iglesia se interpretan melodías profanas. La música se ha convertido en un objeto de consumo, válido por sí mismo como un simple pasatiempo, efímero e insignificante.»(Letra y Espíritu, nº6)
El Occidente de nuestros días, en cambio, generalmente pretende con la música disimular la realidad bajo la antedicha duración sonora. Desea el placer estético como en las demás expresiones artísticas, y mediante la distracción que supone la producción de la belleza y armonía musical, olvida y niega que su concreción es nada más que un punto de apoyo para la trascendencia y lo auténticamente espiritual en las civilizaciones normales» (V. A. Biolcati, La Edad Crepuscular)
«Daría toda mi obra por haber escrito el Prefacio de la misa gregoriana» (W. A. Mozart)
Naturaleza. Lo que es una cosa; la substancia en tanto que principio de operación (substantia dicitur natura prout est principium operationum).
Necesidad. Desnudamiento del alma en su sometimiento a lo Absoluto y según su actualización necesaria.«Cada hombre de entre los hombres tiene múltiples necesidades, pero en realidad, todos ellos no tienen necesidad más que de una única cosa, a saber, acordarse de Dios verdaderamente: si ellos han adquirido esto, ninguna cosa no les faltará, que ellos la posean o que no la posean. (Shaykh al´Arabî ad-Darqâwî)
Nirvâna. «Extinción»; estado supremo de absorción del Ser en Brahman. El termino Nirvana significa literalmente «extinción del soplo o de la agitación», es decir el estado de un ser que no está sometido ya a ningún cambio ni a ninguna modificación, que está definitivamente liberado de las formas, así como del resto de los accidentes o ataduras de la existencia manifestada.
No-ser. El Ser puro es la unidad o principio de la manifestación, más allá de la cual está la no-manifestación, cuya referencia se da como No-Ser. Pero este No-Ser no es la nada, esta última significando la pura imposibilidad; al contrario es la plena realidad, ya que la manifestación es contingente, y su origen, o sea el Ser, está contenido en el No-Ser. Luego el No-Ser equivale al absoluto incondicionado o totalidad. A él únicamente podemos acceder con el uso de términos negativos, ya que con cualquier afirmación nos encontraríamos en el dominio del Ser.
No-dualidad. También no-dualismo o Advaita. «Sin admitir más irreductibilidad absoluta que el monismo, el «no-dualismo» difiere profundamente de éste, pues no pretende de modo alguno que uno de dos términos sea pues, y simplemente, reducible a otro: los contempla a uno y a otro simultáneamente en la unidad de un principio común de orden más universal y en el cual ambos están igualmente contenidos, no ya como opuestos, sino como complementarios, por una especie de polarización que no afecta en nada a la unidad esencial de ese principio común» (René Guénon, Introducción General al Estudio de las Doctrinas Hindúes»)
Nueva Era. Impostura de gran extensión hoy en día en la que se mezclan de manera caótica y comercial todas las desviaciones y herejías mantenidas a raya durante siglos. Encontramos aquí un neo-paganismo, neo-panteismo, culto a los espíritus (espiritismo), adivinación, sicologismos de toda índole, pseudo-orientalismos, mancias, y todo tipo de talleres de astrología, biorritmos, dinámica mental, trabajo corporal, hipnosis, sanación etc. etc. No encontraremos nada espiritual en todo este inventario. No lo hay.
Ortodoxia. Una doctrina es ortodoxa cuando está de acuerdo con los principios universales, que constituyen propiamente el ámbito de la metafísica El estudio de la metafísica de las tradiciones reconocidas como el Cristianismo, el Islam, el Hinduismo, etc. dará un conocimiento de los principios suficiente para ejercitar el discernimiento. Por otra parte la heterodoxia es sinónimo de falsedad y encierra siempre contradicciones y por ello tras un examen siempre se descubre algún absurdo. Una vez situados dentro de una forma tradicional, para ver si algo es o no ortodoxo debe confrontarse con las escrituras sagradas de esa forma tradicional y ver si no se excluyen.
Panteísmo. Doctrina que sostiene que el universo es Dios, por continuidad substancial.
Procesión. Acción por la cual, en la Trinidad, una Persona divina da origen a otra Persona.
Psicología. Pseudo–conocimiento basado en la concepción dual del hombre como un cuerpo físico que contiene y produce una mente. Se pretende entonces comprender la mente desde su propio nivel –lo cual es absurdo– o peor todavía desde el nivel inferior biológico. Al margen de algunos éxitos y alivios puntuales en su nivel, que no de desdeñan y que en un momento dado pueden ser perfectamente legítimos como un mal menor, esta pseudo-ciencia deforma totalmente la mentalidad y por tanto la captación del mundo de sus inadvertidos seguidores. Según la moderna psicología el motor de todas las actuaciones humanas es el subconsciente, que domina al hombre por entero; así todo lo que es superior en el hombre, lo espiritual, se explica por lo inferior, lo pasional. En Freud todo lo humano se reduce a impulso sexual (perversión sexual diríamos mejor a juzgar por sus «teorías«) y miedo a la muerte.
En la concepción ternaria tradicional y cristiana del hombre, espíritu, alma y cuerpo están no solamente en planos jerárquicos decrecientes sino, igualmente, en proporciones que hacen del alma una minúscula parte y del cuerpo, una traza ínfima, en este conjunto. Esta realidad jerárquica es la que permite comprender, integrar y equilibrar los planos de los superior, el espíritu, hacia lo inferior; alma (psique, mente) y cuerpo.
El error básico de la sicología moderna consiste en ignorar que existe un ámbito superior a la psique: el intelecto. Este intelecto o espíritu es el único que puede iluminar el mundo incierto y fluctuante de la psique, sólo él puede ofrecer una perspectiva objetiva que los sicólogos profanos se muestran incapaces de encontrar; ya que «la psique es el objeto de la psicología y desgraciadamente es al mismo tiempo su sujeto». Si podemos percibir esta subjetividad propia y definitoria del alma humana es, precisamente, porque existe algo en nosotros que escapa a ella: el espíritu.
Por último, la cura del alma únicamente es posible en el seno de la tradición, que ofrece los recursos apropiados. «La psique no se deja curar por medios psíquicos… sólo puede ser curada por algo que se encuentre «fuera» o «por encima» de ella» (T. Burckhardt)
Raza. «Para comprender el sentido de las razas, es importante ver ante todo que derivan de aspectos fundamentales del género humano y no de alguna causa fortuita de la naturaleza. Si bien hay que rechazar todo racismo, también hay que rechazar un antirracismo que peca en sentido contrario al atribuir las diferencias raciales a casualidades y al querer reducir a nada esas diferencias mediante consideraciones sobre los grupos sanguíneos interraciales, etc., es decir, confundiendo planos distintos. Las mezclas raciales son buenas o perjudiciales según los casos: pueden «airear» un medio étnico que se ha vuelto demasiado «compacto», al igual que pueden bastardear un grupo homogéneo dotado de cualidades precisas y preciosas» (F. Schuon)
Reencarnación. Tantas son las fantasías y despropósitos que se están difundiendo actualmente en occidente en torno a este concepto, que sería necesario todo un tratado específico para aclararlo. Baste de momento con señalar un comentario de René Guenon en su «Introducción general al estudio de las doctrinas hindúes»: «Todos los orientales (salvo quizás algunos ignorantes más o menos occidentalizados cuya opinión es sin ningún valor) se oponen unánimemente a la reencarnación. Además, su carácter metafísicamente absurdo es demostrable muy fácilmente, ya que admitir que un ser pueda pasar varias veces por el mismo estado, equivale a suponer una limitación de la Posibilidad Universal, es decir, a negar lo Infinito, y esta negación es, en ella misma, contradictoria en supremo grado».
La reencarnación sería el paso por sucesivos estados del ser en los que el alma va liberándose progresivamente del apego a las formas; formas físicas en este mundo físico que conocemos y por el cual no se vuelve a pasar, formas sutiles en los mundos sutiles o intermedios. Salvando las distancias y simplificando, el equivalente cristiano sería el purgatorio.
Lo que sí es posible, y esto es lo que confunde y despista a algunos, es que algunos restos síquicos, algunas tendencias «pasen» de unos seres a otros según determinadas leyes de semejanza; sería algo así como un traje que, una vez que una persona muere, es heredado por otra persona de las mismas características físicas (incluso cada parte del traje por una persona diferente), pero la verdadera identidad ya no está dentro de ese aunque a una mirada lejana y no avisada pudiera parecérselo.
Religión. Para que una doctrina tradicional se manifieste según una expresión religiosa, debe poseer necesariamente tres elementos: un dogma, una moral y un culto. El primero es el elemento intelectual, común a la forma religiosa y metafísica de las tradición, el segundo es el costado social, y el tercero tiene facetas de los dos primeros. Especialmente en su aspecto mora, la religión, a diferencia de la metafísica, trasunta características sentimentales que a veces oscurecen la luz pura del Absoluto. El sentimiento participa del mundo de los sentidos, el cual es superado por la metafísica. Esta última se desenvuelve en el campo meta empírico del concepto puro. En el campo religioso se habla de creencia y no certidumbre. La certeza es una consecuencia de la pura intelectualidad. Ella es esencialmente metafísica. La creencia, en cambio, es una manifestación de la fe religiosa. En el Occidente moderno se ha hiper-desarrollado la cobertura sentimental de la tradición, debido al materialismo en boga. Los aspectos exteriores han impuesto hasta hacer de la religión una verdadera superstición en sentido estricto. En efecto, como surge de la palabra, una superstición es algo que sobrevive, como únicamente sobrevive, como únicamente sobrevive en la actualidad la letra y el ritual religioso. De éste, la inmensa mayoría desconoce su profundo significado espiritual.
En el mundo moderno, y debido al olvido del conocimiento profundo, el cristianismo ofrece el aspecto exotérico (externo) de la tradición originaria, siendo por lo tanto una religión en el verdadero sentido de la palabra. Ello no ocurrió en sus comienzos cuando tuvo, al realizar su dimensión metafísica, un carácter esotérico y por lo tanto iniciático. En ese tiempo no se transmitía a todos indistintamente el misterio real de la doctrina cristiana. Recordemos lo que dice el Evangelio: «A vosotros se os concede el conocer los secretos del Reino de Dios; pero a los otros sólo en parábolas, par que viendo, no vean, y oyendo, no entiendan» (Luc. VIII, 9-10). A partir de la conversión de Constantino y del Concilio de Nicea, la verdadera doctrina primitiva se fue encerrando en organizaciones cada vez menos abiertas, para dar paso a una religión dirigida al aspecto externo y social de la tradición. Las formulaciones dogmáticas significaron sancionar una adaptación a las circunstancias históricas hasta haberse llegado en la actualidad, a olvidar totalmente el significado espiritual de la doctrina originaria.
Renacimiento. Con mucha ingenuidad se llama Renacimiento –dando la idea de renovación y ascenso– a lo que no fue más que el comienzo del declive de la alta civilización espiritual que se desarrollo en esa otra época anterior mal llamada «edad oscura» o Edad Media. El fin de la Cristiandad produjo resultados muy graves, entre ellos el Renacimiento y la Reforma. El Renacimiento fue un renacer cultural de la Antigüedad greco-latina, pero no de su dimensión valiosa y profunda, sino de su nivel superficial, nivel que ya había sido rechazado por la verdadera intelectualidad del Mundo Antiguo. Este fenómeno se produjo especialmente en el terreno de las ciencias y las artes. O sea, la desviación occidental se acentúa con el Renacimiento, el cual representó una verdadera sombra que se expandió sobre la intelectualidad occidental, al nutrirse con lo menos valioso del clasicismo greco-latino.
Ser. El Ser es la primera afirmación y determinación en el Todo universal o infinito, objeto de estudio de la metafísica. En el ámbito del infinito podemos decir del Ser que es, pero nada podemos especificar más allá de éste.
El Ser puro es la unidad o principio de la manifestación, más allá de la cual está la no-manifestación, cuya referencia se da como No-Ser. Pero este No-Ser no es la nada, esta última significando la pura imposibilidad; al contrario es la plena realidad, ya que la manifestación es contingente, y su origen, o sea el Ser, está contenido en el No-Ser. Luego el No-Ser equivale al absoluto incondicionado o totalidad.
Si. Si-mismo, Atman, Consciencia, Intelecto, Espíritu, es el Principio transcendente y permanente del cual el ser manifestado, el ser humano por ejemplo, no es más que una modificación transitoria y contingente que no afecta de ninguna manera al Principio. Es la definición que da R. Guénon en el capitulo II de El Hombre y su devenir según el Vedanta.
Es el Si-mismo que queremos significar cuando decimos a un hombre que está comportándose mal: «sé tú mismo» (en sautov genou, Sófocles, Filoctetes 950) pues «todo es intolerable cuando un hombre olvida su propio Si mismo, para hacer cuanto no le conviene» (idem 902-903).
Sincretismo. Mezcla de varias doctrinas sin principio director; sincretismo se opone a síntesis. Mezcla de elementos dispares de diferente orden y sin un origen y un fin de un nivel superior rector.
Teología. La teología es la parte más intelectual del dogma religioso, aunque participa de la metafísica, se desenvuelve con elementos racionales y por lo tanto filosóficos, o sea, no intelectuales en el sentido puro. Dogmas religiosos hay muchos, pero el intelecto puro es uno. El nivel teológico es una modalización adaptada a las circunstancias de la metafísica pura. De cualquier manera siempre hubo quienes, tras haber llegado a la verdadera realización metafísica, se adaptaron posteriormente, de acuerdo a razones de tiempo y lugar, a determinada doctrina religiosa.
Tiempo. El tiempo es una determinación de la eternidad y se aplica a todo lo relacionado con la existencia humana. Es una forma de duración, concepto más amplio, el cual abarca también la sucesión. Depende del no-tiempo, que es justamente la eternidad en el ámbito de lo no-manifestado.
Tradición. La Verdad Universal y Perenne transmitida desde los tiempos primordiales a la humanidad y que toma forma de diferentes doctrinas o tradiciones.
«Etimológicamente tradición significa lo que se transmite, en este caso el conocimiento universal, y esa transmisión se efectúa siempre en la forma que las circunstancias posibilitan. La tradición en su forma originaria se manifestó casi exclusivamente en forma oral, por se la más efectiva.» (V. A. Biolcati, La Edad Crepuscular).
«La Tradición universal y unánime es una sabiduría que no ha sido hecha sino que es ahora lo que ha sido y será siempre. Lo que se llama hoy en día religión cristiana existía en los antiguos y no a cesado nunca de existir desde el origen del género humano hasta que, habiendo venido el Cristo mismo, se le ha comenzado a llamar cristiana a la verdadera religión que existía ya antes» (San Agustín)
«La tradición no es el «pasadismo», la vuelta a un formalismo anticuado, sino la permanencia de el origen en la duración» (Frederic Tristan)
«La tradición no significa cristalizarse en una fórmula sin vida, en una mascarada grotesca del pasado sino por el contrario liberar, traducir, entregar al presente –para que el presente haga de ello un uso inteligente– las lecciones del pasado: movimiento y no inmovilidad» (Landry Vaillant)
Tradicionalismo. Equivalente a Integrismo. Tendencia religiosa en la cual el conjunto de doctrinas, normas, formas y ritos antiguos, que estaban ligados a la Tradición, son tomados en su forma exterior sin el conocimiento del fondo metafísico del cual emanan y al cual apuntan, dando como resultado una rigidez que por su propia naturaleza ignorante resulta casi siempre fanática y con frecuencia violenta.
Upanishad. Se les ha designado a los Upanishad como los «Himalayas del alma», ya que constituyen la cumbre de la espiritualidad hindú y universal. Nunca se ha afinado tanto en la percepción y descripción de la vida espiritual. Algunos autores consideran, no sin razón, que el equivalente Cristiano de los Upanishads sería todo el desarrollo de la Patrística.
Texto en prosa o en verso unido al Veda; es la parte más metafísica de la doctrina hindú, se le designa también con el nombre de Vedanta.
Textos anónimos en verso o en prosa que forman la última parte del Veda y, por consiguiente, pertenecen a la Shruti. En este sentido estricto no existen mas que una quincena, de una enorme elevación metafísica, rechazando el culto estereotipado y prescribiendo la meditación sobre brahman. Sin embargo, el termino Upanishad se ha extendido a un número importante de tratados (al menos doscientos), de redacción mucho mas reciente y a menudo de inspiración shivaita o tántrica. Textos sagrados de no mucha extensión, y que son el corazón de la filosofía hindú.
Vedas. Santas escrituras, las más antiguas de la India. El Veda original está dividido en cuatro partes: Rig, Yayur, Sama y Atharva. Otro nombre para las escrituras védicas tomadas en su conjunto, comprendiendo los ciento ocho Upanishads, los Puranas, el Mahabarata, del que forma parte el Bhagavad Gita.
Virtud. «Las virtudes, que por una parte ennoblecen a los individuos y por otra parte hacen posible la vida colectiva, resultan fundamentalmente, tanto si se es consciente de ello como si no, de la convicción de un Absoluto transcendente y de la inmortalidad del alma; estas dos convicciones, en la medida en que son sinceras y concretas, producen necesariamente las cualidades morales esenciales del hombre, y si estas convicciones llegan a faltar, desaparecen ipso facto las cualidades, tal vez lentamente, pero de forma inexorable» (F. Schuon, Aproximaciones al Fenómeno Religioso)«La «virtud» en sentido moderno no tiene casi nada que ver con la antigua «virtus». Virtus significaba fuerza de ánimo, coraje, valor, firmeza viril. Se vinculaba a «vir», término que designaba al hombre como verdaderamente tal, no como hombre en sentido genérico y naturalista. La misma palabra en la lengua moderna ha asumido en vez un sentido esencialmente moralista, muchísimas veces asociado a prejuicios sexuales, de modo tal que, refiriéndose a ello, Vilfredo Pareto ha acuñado el término «virtuísmo» para designar la moral puritana y sexófoba de carácter burgués. Hoy en día cuando se dice «persona virtuosa» se piensa en algo muy distinto de lo que podían significar, por ejemplo, expresiones como ésta: «vir virtute praeditus» (= hombre dotado de virtud). Y la diferencia no pocas veces puede transformarse casi en una antítesis. En efecto, un ánimo firme, fiero, intrépido, heroico es lo contrario de lo que significa una persona «virtuosa» en el sentido moralista y conformista moderno. El sentido de «virtus» como fuerza eficiente se ha mantenido sólo en ciertas locuciones particulares modernas: la «virtud» de una planta o de un medicamento, «en virtud» de ésta o aquella cosa.» (Julius Evola, El Arco y la Clava)
Yoga. «La unión efectiva del ser humano con lo Universal. Aplicado a un «darshana» cuya formulación en «sutras» fue atribuido a Patanjali, indica que ese darshana tiene por finalidad la realización de esta unión, comportando los medios para alcanzarla. » (René Guénon, Introducción General…..)
Etapa suprema de la realización metafísica. Yoga es la unión con el Absoluto no entificado, y de ninguna manera un simple ejercicio preparatorio, basado en medios corporales y síquicos contingentes, totalmente inútiles para dicha realización si el espíritu está ausente.
«De hecho, el yoga no es ni una terapia sicológica ni una terapia corporal, y sus procedimientos no son de ninguna manera ni en ningún grado un tratamiento para enfermos o desequilibrados del tipo que sean; bien lejos de ello se dirigen, por el contrario y exclusivamente, a seres que, para poder realizar el desarrollo espiritual que es su única razón de ser, deben ser ya, por el hecho de sus únicas disposiciones naturales, tan perfectamente equilibrados como sea posible; hay ahí condiciones que, como es fácil de comprender, permanecen estrictamente en la cuestión de las cualificaciones iniciáticas» (René Guénon, El Reino de la Cantidad… cap. XXXIV)
Yugas. Según las doctrinas tradicionales, un ciclo cósmico aplicado al orden humano y llamado Manvantara de acuerdo a la doctrina hindú, se compone de cuatro Yugas o «Edades». Cada «edad» implica una decadencia progresiva respecto de la precedente, debido a su alejamiento gradual del «estado primordial» o esencial. Las cuatro edades son: Krita–Yuga o Satya–Yuga, Treta–Yuga, Dwapara–Yuga y finalmente Kali–Yuga.
Según los signos anunciadores del tiempo presente expresados en los libros sagrados hindúes, como así también, aunque en forma menos explícita en otras tradiciones, estamos actualmente atravesando la última etapa del Kali–Yuga o «Edad Sombría», caracterizada, entre otras cosas, por el alejamiento total del espíritu, la inversión de los valores, la densificación y materialización en todos los ámbitos, la subversión, el desorden, la agitación, la aceleración del tiempo, las falsas espiritualidades, el dominio y el poder de la mediocridad y de los mediocres, el triunfo de la cantidad, el triunfo (aparente y temporal) del mal, etc. características estas que desembocan, según la tradición, en un cataclismo (el Apocalipsis cristiano) después del cual se establece una nueva Edad de Oro. Esta concepción cíclica es la mantenida unánimemente por todas las tradiciones ortodoxas reveladas, incluido el Cristianismo (ver ciclos cósmicos), y como fácilmente se ve, es totalmente opuesta a las modernas pretensiones evolucionistas o de progreso indefinido.
(RESUMEN DE SU FUENTE: http://www.tradicionperenne.com/AUTORESTRADICIONALES/MARCOSAUTORESTRADI.htm )